martes, 11 de febrero de 2014

Miedo 2.0


Hubo un tipo de miedo que se expresó en la campaña electoral: el miedo de los grandes ricos a perder así sea una mínima porción de sus privilegios y su influencia política. Eso se expresó como miedo al “comunismo”, fantasma poderoso que se hizo presente en la elección. Los libertarios y el PLN expresaban ese miedo, invocaban la presencia de aquel fantasma, el Frente Amplio huyo de él, no vaya a ser que fuera verdad.
Nosotros en el Partido de los Trabajadores recogimos con orgullo la bandera roja del comunismo, junto a nosotros ondeó orgullosa en Coquital de los Chiles, en el Valle de la Estrella en Limón, en los barrios obreros de Alajuela, en los cafetales de Naranjo, en las barriadas y alamedas de Río Azul, Sagrada Familia, San Sebastián, Pavas, la Guararí. Allí donde están los-que-no-tienen-nada-que-perder, esa bandera se siente cómoda, allí el fantasma del comunismo, se hace de carne y hueso. Aún no somos muchos, pero es asunto de tiempo y perseverancia, los incrédulos que esperen y vean, la bandera regresó a donde pertenecía.
Otro miedo presente en la campaña fue el miedo a las mujeres, el miedo a su autodeterminación y a su derecho a decidir por ellas mismas. Allí desde la derecha evangélica hasta los católicos sociales del Frente Amplio, aportaron su grano de arena. Héctor Monestel y Jessica Barquero fueron las voces disonantes que enfrentaron ese miedo. Ese hecho fue reconocido por tirios y troyanos. Nos sentimos orgullosos de ese hecho.
Hubo un tercer miedo, un miedo subsidiario, “el miedo al miedo” diría Alain Badiou. Este miedo de segundo nivel que es un miedo peculiar, es un miedo al PLN, pero también el miedo a que no exista la sociedad que produce y reproduce al PLN, es el miedo al bipartidismo, pero también el miedo a que no exista bipartidismo, es el temor a la policía, pero también el miedo a que no haya policía; es el miedo a la iglesia opinando sobre todo, pero también el miedo a que no haya iglesia del todo; el miedo a los extremos, pero también el miedo a que todo siga igual, el miedo a los grandes ricos, pero también el miedo a los desheredados.
Antonio Gramsci, comunista italiano decía: “El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos”. El miedo como sabemos todos desde niños, es una fuerza poderosa, es tal vez el peor de los monstruos.
Tenemos pues este miedo monstruoso, este miedo que es la suma de todos los miedos, ese miedo ganó con el 31% de los votos. Algunos que se animan a nombrar sus miedos le dicen Acción Ciudadana.

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