El balance de lo ocurrido
Mientras
escribo este documento, se está iniciando el desmonte de la huelga de los
trabajadores de la educación, algunas regiones rechazan el acuerdo, pero parece
haber sido aprobado mayoritariamente. Desde el 5 de mayo hasta el 2 de junio, esta
huelga ha conmovido al país.
La
solución aceptada mayoritariamente no es una victoria, es una rendición. Como
correctamente señalaron los compañeros de la regional 01 de la APSE, el
documento aprobado acepta: “LEVANTAR LA HUELGA CON LA FIRMA DEL ACUERDO,
RENUNCIANDO A LA EXIGENCIA DEL PAGO COMPLETO DEL SALARIO COMO CONDICIÓN PARA
DEPONER EL MOVIMIENTO. Regresaríamos a las aulas con una promesa de
arreglo a futuro, confiados en un gobierno que nos han mentido reiteradamente y
se ha demostrado incapaz de resolver definitivamente el problema”. (El
resaltado en mayúsculas son mías).
Para
poder efectuar la rendición de este vigoroso movimiento de lucha, fue necesario
el empeño de todo el régimen político costarricense, la coordinación de todas
las instituciones reaccionarias del viejo orden y desatar una verdadera
“cruzada nacional” para derrotar la huelga.
Esta cruzada estuvo encabezada por el gobierno
de Luis Guillermo Solís y la bancada parlamentaria de Partido Acción Ciudadana
y la acompañó como comparsa la Defensoría de los Habitantes, La Nación S.A,
Teletica y algunos dirigentes sindicales como Albino Vargas. Finalmente la
estocada para la rendición la dio la iglesia católica, en particular el Arzobispo
de San José, Monseñor José Rafael Quirós, haciendo de mediador y con el
beneplácito de la dirección sindical, terminó de montar el documento con el
cual se firmó la rendición.
En estas circunstancias mucho del
activismo social y político que siguió y apoyo la huelga se pregunta: ¿Cómo
llegamos hasta aquí? ¿Ahora que sigue? Y ¿Cómo podemos seguir luchando?
Estas notas escritas al calor del fin de
la huelga intentan ser una primera intervención para sacar algunas conclusiones
políticas.
La
génesis del conflicto y el objetivo estratégico del gobierno de LGS
Todo empezó
por el atraso en los pagos, producto de la implementación de un nuevo programa
de software llamado Integra2. El programa es particularmente eficiente para
hacer deducciones, pero se ha mostrado ineficaz para pagar puntual y
adecuadamente.
La
aplicación de este programa tuvo la oposición de las organizaciones sindicales
y aún así fue implementado “a sangre y fuego” por la administración de Leonardo
Garnier, desoyendo recomendaciones técnicas que anunciaban la inmadurez de la
aplicación. El costo del programa fue de 1 millón 200 mil dólares y el
resultado cerca de 3 mil trabajadores que no reciben salario y cerca de 13 mil 500
que recibieron su salario incompleto. Fue por estas afectaciones que la huelga fue
declarada como indefinida.
Para nosotros es evidente que la saña con
la que el gobierno de Luis Guillermo Solís y su Ministra Sonia Marta Mora ha
arremetido contra la huelga, se debe a que el gobierno está dispuesto a
defender lo actuado por el viejo gobierno y especialmente la decisión del
Ministro Leonardo Garnier en la implementación de Integra2, pues este programa
es la plataforma “técnica” que luego permitirá la implementación del salario
único. El diputado gobiernista Ottón Solís Fallas ha anunciado ya el interés
del gobierno en aplicar el salario único cuyo objetivo sería que “no exista excesos por parte de los nuevos
empleados del sector público”.
Primera lección: la concertación y la fuerza de las
bases sindicales
El
gobierno de Luis Guillermo Solís surgió cabalgando las ilusiones de millones de
personas que esperaban que votando por el Partido Acción Ciudadana, que con las
promesas de “un gobierno de cambio” y “una nueva forma de hacer política” se
acabaría la corrupción y la odiada política neoliberal que implementaron por 30
años las administraciones del PLN y el PUSC.
El gabinete
de LGS contiene prominentes figuras del PLN, del socialcristianismo y del mundo
empresarial, y uno de sus ejes políticos es la “concertación nacional” y el “diálogo
social”. El objetivo de esta política es detener el ascenso de las luchas
sociales y democráticas, para esto necesitaba de la inestimable colaboración de
las direcciones del movimiento social y popular. Así las contrarreformas y
ataques a las condiciones de vida del pueblo trabajador, que no pudo
implementar el gobierno de Laura Chinchilla, serían aprobadas vía concertación
entre el gobierno y la mayoría de las direcciones sindicales y populares.
Luego del
triunfo del gobierno de LGS se instaló una especie de “tregua” entre el
movimiento social y el gobierno, la mayoría de las direcciones sindicales y
populares llamaron a confiar en el nuevo gobierno.
Solo para señalar un ejemplo,
el 1 de mayo durante la tradicional
marcha, mientras Héctor Monestel, del Partido de los Trabajadores señalaba que
señalaba que “El PAC no va a derogar tratados de libre comercio, va a seguir
pagándole la deuda puntualmente a los banqueros del imperialismo, no le va a
poner impuestos a las zonas francas ni al gran capital y está amenazando a los
trabajadores con quitarle derechos” (Crhoy.
1/05/2014. Monestel asegura que el pueblo no debe confiar en gobierno de
Luis Guillermo Solís).
Por su parte, José María Villalta
del Frente Amplio daba el tono con el que enfrentaban el problema la mayoría de
direcciones sindicales y populares: “Yo creo que hay que esperar, yo creo que al
nuevo gobierno hay que darle el beneficio de la duda. Ni siquiera ha tomado
posesión, todavía no se sabe cómo le van a dejar los ministerios el Estado es
previsible que le dejen las arcas vacías y un gran desorden” (Crhoy. 1/05/2014. Monestel asegura que el
pueblo no debe confiar en gobierno de Luis Guillermo Solís). Albino Vargas,
de la ANEP, comparaba a LGS con la selección nacional: “todos deseamos que le vaya bien”, decía
en televisión nacional durante el traspaso de poderes, el sempiterno Secretario
General. El apoyo de Marcos Castillo del
Movimiento Diversidad al gobierno es notorio y notable.
En
medio de este ambiente vaporoso, opiáceo, en medio de la borrachera y las
ilusiones en el “cambio” de Luis Guillermo Solís, irrumpió desde abajo, como
una fuerza que impone su realidad la huelga de los trabajadores de la educación.
En sí
misma, la huelga muestra por un lado la creciente fuerza del sindicalismo en
nuestro país, según los informes del Estado de la Nación del 2002 al 2012, el
sindicalismo pasó de 282 sindicatos con 155 mil 906 afiliados, a tener 262 organizaciones con 201 mil 910 afiliados.
Si bien es poco en relación con
los 2,1 millones de trabajadores, es muy significativo para los 295 mil empleados
públicos, donde el sindicalismo concentra su fuerza y su militancia. Si el
sindicalismo no es más fuerte en nuestro país, es por la tremenda persecución
del sindicalismo en la empresa privada y porque las fuerzas mayoritarias de la
izquierda y del movimiento sindical, no han tomado como prioridad estratégica
la lucha por la construcción de sindicatos en la empresa privada.
El hecho es que con malas
direcciones sindicales y políticas, la fuerza de los trabajadores se ha
impuesto desde abajo en múltiples ocasiones, por ejemplo en esta huelga, la
cual fue iniciada producto de una fuerte precisión de las bases que desde
finales de abril iniciaron movilizaciones espontáneas de protesta y finalmente
el 5 de mayo impusieron a sus propias direcciones, la huelga indefinida.
También han mostrado su fuerza
evitando la imposición de acuerdos espurios entre la dirección sindical y el
gobierno, el pasado 28 de mayo, en una verdadera rebelión desde las bases, se
rechazó el acuerdo que habían producido las direcciones sindicales y el
gobierno, evitando así el desmonte de la huelga. La cruzada nacional para derrotar la huelga tenía
como objetivo fundamental derrotar esta capacidad de decisión y
autodeterminación de las bases de los trabajadores
Segunda lección: cambió el gobierno, no las
razones para luchar. El continuismo neoliberal
La
huelga ha ayudado a mostrar con claridad la continuidad de los proyectos
neoliberales estratégicos bajo la administración de LGS y esto ya es una
lección para la vanguardia sindical.
Lejos
de cumplir con la promesa de luchar contra la corrupción, la actitud de Sonia
Marta Mora no fue de atacar y señalar a la vieja administración, sino de
defender lo actuado por Garnier. El gobierno del PAC ha mostrado su interés por
defender el negocio corrupto alrededor de Integra2. Uno de los puntos más malos
de la rendición de la huelga, es justamente que no se exige la auditoría
externa de este programa.
Mientras
el gobierno de Luis Guillermo Solís se mostró incapaz de resolver el problema
de los salarios docentes, resolvió con velocidad de rayo las peticiones de
transnacionales como GNC.
También
fueron claras las provocaciones y el matonismo del gobierno tanto con el
llamado a regresar a trabajar por “patriotismo” como por las sistemáticas
amenazas de sanciones contra los docentes.
Que se
mostrara con tanta claridad y de entrada el verdadero rostro del gobierno de
LGS, facilitará que el resto del pueblo vaya haciendo la experiencia con el
gobierno, cuando profundice la entrega, el saqueo y la explotación del país.
Tercera lección: la democracia sindical
Uno de
los aspectos que más combatió tanto el gobierno como la mayoría de los
dirigentes sindicales fue la democracia sindical, es decir la posibilidad que
las bases de los trabajadores decidieran el futuro de la huelga y tomaran en
sus propias manos la conducción de la huelga y la lucha.
Es un
dato muy importante que tanto el Ministro de Trabajo Víctor Morales, como
dirigentes sindicales como Albino Vargas de la ANEP, Gilbert Díaz del SEC y Gilberto
Cascante de la ANDE tuvieron como eje de sus intervenciones la lucha contra la
democracia sindical.
Morales,
en su conferencia de prensa junto a Sonia Marta Mora el 28 de mayo, después del
rechazo masivo del primer acuerdo Gobierno-Sindicatos, señaló que el problema
de la negociación es que los sindicatos querían “ponerlo todo a referéndum”. Albino Vargas en televisión nacional
comentaba que “quien no puede controlar a
sus bases no deberían ser dirigente sindical”.
Ya en
el año 2013, durante la huelga de los EBAIS del Este de la ciudad, otro
supuesto progresista, el rector de la Universidad de Costa Rica, Henning
Jensen, había pedido como requisito negociar con el SINDEU que se le otorgará a
la Secretaría General “amplios poderes (…)que le
permitan suscribir acuerdos firmes, definitivos y de cumplimiento inmediato. Lo anterior, porque la semana pasada
ya se había llegado a un acuerdo (…) el cual fue desconocido posteriormente por esa
asamblea” (La
negrita es mía).
Después de la rebelión del
28 de mayo contra el primer acuerdo Gobierno-Sindicatos, tanto Gilberto Cascante,
como Gilbert Díaz, tuvieron como primer reflejo pedirle disculpas a la Ministra
de Educación porque las bases habían rechazado el acuerdo.
Como se
ve, ministros, rectores y dirigentes sindicales, todos son enemigos de la
democracia sindical.
Quisiéramos
detenernos en este punto. En primer término podemos ver que la oposición a la
democracia sindical tiene en su centro argumentos autoritarios y tecnocráticos:
los dirigentes son los que tiene la última palabra y sus representados no
tienen porque opinar sobre las decisiones.
Pero el
punto político más importante por el cual se combate la democracia sindical, es que la primera valla de contención que
tiene el régimen democrático- burgués, es justamente la burocracia sindical. Si
la crisis política y la lucha de clases no se han desarrollado más en el país,
es justamente porque existe una capa de dirigentes que se han separado de las
bases y que sobre la base de un variopinto grupo de privilegios sociales ha
servido para contener y desviar la lucha de las y los trabajadores. Eso explica
porque en general la vida interna de los sindicatos es particularmente
antidemocrática y porque ministros, sindicalistas, curas y rectores combaten la
capacidad de autodeterminación de las y los trabajadores.
Cuarta lección: la necesidad de un partido de
la clase obrera
El
hecho es que ni la huelga contra el gobierno “progresista”, ni la rebelión anti
burocrática fue una conspiración, nació vía y espontáneamente de una base de las
y los trabajadores que están haciendo una rica experiencia política de lucha
contra el gobierno y contra las direcciones tradicionales del movimiento
sindical.
Lo que
sí es cierto, es que fuerzas políticas como el Partido de los Trabajadores, la
única fuerza política que no aceptó “la tregua” con el gobierno de Luis
Guillermo Solís, se jugó con todas sus energías y recursos a que esta huelga
saliera triunfante, justamente porque el triunfo de esta huelga debilitaría la
posibilidad que el gobierno de LGS avanzara en sus planes antiobreros y
antipopulares.
Si
queremos que la situación sin salida a la que llegó la huelga docente no se
repita, sí queremos una nueva dirección del movimiento sindical, para que este
se desarrolle entre las y los trabajadores públicos y privados. Es necesario
construir a nivel nacional una corriente que permita agrupar a quienes están
por construir un sindicalismo combativo, democrático e independiente realmente
de los patronos y sus agentes. En esta tarea estamos empeñados en el Partido de
los Trabajadores y la impulsamos desde los distintos espacios sindicales en los
que militamos.
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